He leído sobre visiones que hablan de un futuro en el que la forma de obtener los nutrientes necesarios para la subsistencia del ser humano estarán reducidas a fórmulas químicas y biológicas adaptadas de manera personalizadas a las necesidades, condiciones y objetivos de aquel que las consume.
Sé que debería estar emocionado por la idea, pero no puedo. No son suficientes las razones: Eliminar las enfermedades-transtornos-incomodidades flatulentas causados por una condición de intolerancia a ciertos grupos de alimentos, o la posibilidad de contrarrestar condiciones genéticas con una dieta rigurosa que reverse o por lo menos minimice los efectos de lo que aqueja, ó la posibilidad de evitar de una vez por todas tener que aprender a afilar un cuchillo.
Pero es que no es suficiente. Sobre todo por que alimentarnos, aunque cumple una función clara (la de obtener los nutrientes necesarios del ambiente para mantenernos con vida), es también otras cosas más.
Es una experiencia multi-sensorial. Comemos con los ojos, la nariz, la boca, el oido y el tacto. Es una de las pocas experiencias humanas en la que todos nuestros sentidos son atacados al mismo tiempo. Y esto no se puede reemplazar con una colada de quinoa y minerales. O un pedazo de pastel hecho con fécula de batata y raíces secas del amazonas compactadas y metidas en una pastilla. Mi cuerpo se sentirá mejor por dentro, pero mi mente habrá perdido una experiencia incomparable.
Comer implica cocinar y mucho más. Algunas de las personas que promueven este tipo de dieta basada en suplementos (ejem… Soylent et al) desconectan por completo al consumidor del producto. Ya no existirá la más remota imagen de una Papa Morada del Perú o de una Okra de New Orleans. Estaremos sometidos a sabores, colores y texturas basadas en estudios de mercado, “focus groups” y costos de producción. Entre más desconectados estemos de la naturaleza, menos cuidaremos de ella.
Entre más desconectados estemos de la naturaleza, menos cuidaremos de ella.
Y por último, perderemos una buena excusa para hacer amigos. La mesa, el juntarse, el sentarse juntos, el brindar, el comentar sobre lo que está servido y sobre lo que la vida misma ha sido, son momento irremplazables. No imagino invitar a mis amigos e invitarlos a tomar un batido, “Yo pongo el agua” diré, a lo que Clara responderá “Gracias, pero yo prefiero llevar la mía echa con minerales y proteínas activas, además de probióticos.” Momento seguido Pedro dirá: “Mejor que cada uno tome batido antes de venir”, ya que Clara está haciendo un Trial médico alto en Azufre, con la idea de mejorar su flora intestinal y poder comprar su último iphone.
Es cierto que la humanidad encontrará otras formas, se adaptará, evolucionará. No yo. Tendré que ser el anticuado. Tal vez comer solo. Pero feliz.