Es imposible ignorar las verdades a los que nos apunta Simon Sinek en su más reciente acercamiento a la forma en que nos aproximamos a los negocios, la educación y la vida.
Comparto con entusiasmo los principios que Sinek presenta con respecto a la forma en la que las organizaciones deben tener una mentalidad de juego infinito en lugar de uno finito. Tal vez porque soy de los mal llamados “millenials”, que encuentro fascinante el hecho de unirse a una causa mayor a uno mismo de la cual puedo sentirme orgulloso y estar dispuesto a sacrificar otros asuntos con el fin de mover hacia adelante estas iniciativas.
Adicionalmente, el famoso autor del video “Millenials in the work place”, describe las características esenciales de una persona que está dispuesta a jugar un juego infinito.
1. Tener una causa justa
2. Tiene que tener líderes con coraje
3. Tiene que tener equipos confiables
4. Tiene que tener un rival digno
5. Tiene que tener un manual de juego flexible
En el video y en el libro se puede profundizar en estos puntos. Pero vale la pena resaltar las organizaciones que juegan con métricas a la medida, hechas para convencer a sus propios ombligos y que persiguen sin descanso cumplir metas impuestas arbitrarias y sin fondo, están condenadas a ser reemplazadas por organizaciones que persigan una causa justa. Nada más apropiado para el momento en el que vivimos.