Regreso después de una larga ausencia. No muy bien excusada, pero con suficiente peso para dejarme lejos de las actualizaciones regulares que tuve antes.
Pasaron algunos meses desde que dejé atrás mi rutina de dietas, horarios y otras cadenas. Ser así no fue sano para mi. Luego de mi primer ataque de pánico y una subsecuente serie de pequeños ataques de ansiedad, tuve que detenerme para respirar. Tomar un poco de aire, salir a la superficie y revisar en donde estaba metido. Me di cuenta de varias cosas:
- La Familia es lo primero: Descubrí que mi familia es lo que más valor tiene para mi. Por encima de mi trabajo o desarrollo personal, el bienestar de mi familia está en lo alto de la cima.
- Aprender a decir NO: Durante estos últimos meses tuve que rechazar o dejar a un lado muchos proyectos con los que venía cargando desde hacía años. Estas cosas me llenaban de preocupación y me frustraban, pues ocupaban mucho más tiempo del que quería asignarles. Lo cual me dejaba sin tiempo para lo que sí quería hacer. (Ver punto 1)
- Detenerse, Respirar y Mirar: Esto es algo que aprendí luego de vivir con miedo físico por más de un mes. Perdí algo más de 10 libras en ese tiempo, y tuve momentos en donde no podía dormir ni descansar por temor. Pero aprendí algo: Si puedes detenerte por un momento, tomar un respiro y mirar tu contexto, te darás cuenta que las cosas no están mal. Cada noche, antes de dormir, reviso mi día y en mi cabeza pienso en tres cosas por las que quiero dar gracias. Momentos del día, anécdotas, personas, objetos que me dieron alegría o le dieron alegría a otros.
En estos últimos meses recuperé el peso que había perdido, aunque en mi cabeza quería mantenerme así, aunque hubiese llegado en condiciones nefastas. Y he tenido mucho más tiempo libre para descansar junto con los míos. La tropa Vivas ahora es más nutrida (4) y somos agradecidos de todo lo que tenemos juntos.
Sigo con mi novela, que ahora tiene otro tono menos acelerado y mucho más entretenido. Y el temor se ha ido.
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor;